sábado, 5 de mayo de 2012

yin .. yang


"Canción del soldado"
Caminando por el campo, / en el suelo vi que había
LA RA LA LA
una carta ensangrentada / de cuarenta años hacía.
UH AH UH
Era de un paracaidista / de la octava compañía,
LA RA LA LA
que a su madre le escribía / y la carta así decía:
UH AH UH
"Madre anoche en las trincheras /
bajo el fuego de metralla,
LA RA LA LA
vi el enemigo correr, / la noche estaba cerrada.
UH AH UH
Apunté con mi fusil / al tiempo que disparaba,
LA RA LA LA
y una luz iluminó/ el rostro que yo mataba.
UH AH UH
Clavó su mirada en mí,/ con los ojos ya vacíos.
LA RA LA LA
Madre, ¿sabe quien maté?/ No era un soldado enemigo,
UH AH UH
Era mi amigo José, / compañero de la escuela,
LA RA LA LA
con quien tanto yo jugué / a soldados y trincheras.
UH AH UH
Ahora el juego era verdad / y a mi amigo ya lo entierran.
LA RA LA LA
Madre yo quiero morir,/ ya estoy harto de esta guerra.
UH AH UH
Y si te vuelvo a escribir / tal vez sea desde el cielo,
LA RA LA LA
donde encontraré a José / y jugaremos de nuevo.
UH AH UH
Dos claveles en el agua / no se pueden marchitar,
LA RA LA LA
dos amigos que se quieren, / no se pueden separar

Es probable que esta canción sea reconocida por muchos, ya que formó parte de aquella infancia en la que pretendíamos diferenciar; lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto. Lo que nos facilitaría poder tomar posiciones con respecto a esas reconstrucciones. 
Los protagonistas de esta historia de esta canción se ven limitados por algo que ellos no eligieron, la guerra. La cual les viene marcada, independientemente de su elección, en función al lugar donde han nacido, crecido y desarrollado como personas. Que ciertos individuos utilicen el poder y el control (en este caso para implantar una guerra) es algo evidente, sin embargo existen formas muy diferentes en la sociedad de establecer determinados roles.
Es necesario hablar del poder que ejerce el dinero y el control de los ciudadanos. En primer lugar, el dinero es una forma más de establecer relaciones sociales, debido a la cierta estabilidad que otorga a quienes lo poseen (implica vivir en un sitio determinado donde las personas de ese sitio se sientan vinculadas y similares, por lo que su trato será generalmente bueno). Los intereses que suelen existir detrás de estas relaciones no suelen apreciarse a simple vista y ni siquiera se suelen plantear. Pero si hablamos de interés podemos plantearnos qué diferencia puede existir entre las relaciones que genera el dinero o las relaciones afectivas que giran en torno a una estética, un físico etc. Por lo que podemos apreciar una vez más la reflexión de lo que es bueno o malo, ya que a veces se puede confundir con lo que es o no permitido socialmente.
Sin embargo es preciso, llegados a este punto, indicar que cada individuo se siente o se percibe como “bueno” cediendo la responsabilidad a la masa de lo “malo” que sucede dentro de una sociedad determinada. Es cierto que a esta parece solo preocuparle el resultado final de la construcción personal de cada persona y no el recorrido o el camino que ha invertido para convertirse en lo que es.
Cuando alguien nace esta sociedad lo trata como algo vulnerable a lo que proteger y cuidar, hasta que llega un momento en el que se le empiezan a exigir responsabilidades dando por hecho que pueda responder a ellas de forma “correcta”. Esa madurez, más que un producto individual, es en ocasiones una imposición social que rige como hay que comportarse ante determinadas reglas de convivencia. Sin embargo aquello que sentía suyo, aquel parque donde jugaba ya no lo es tanto y debe incluir nuevos intereses, formas de pensar o lugares en los que interactuar con el resto. Ante todo ello es lógico el despliegue de incertidumbre y desconfianza que se pueda generar en cualquier individuo y pueden aparecer diferentes opciones como; ceder ante lo impuesto o rebelarte con lo establecido, al no encontrar una explicación. Quien se posiciona en esta última opción suele rechazar todo lo que proviene de la sociedad (en este caso el Estado) por lo que es bastante improbable que acepte la ayuda de las personas que trabajan para él; “¿mis problemas le van a importar a un grupo de educadores sociales?”.
Seguramente este individuo haya aprendido todo aquello que la sociedad le puede arrebatar (como el protagonista de la canción) más que tener la capacidad apreciar lo que le puede proporcionar. Desde la posición del protagonista la justicia será vista como algo relativo que no depende de sus actuaciones sino que más bien forma parte del azar o la suerte. Se puede observar como personas que, aparentemente, no cumplen con lo “bueno” de una convivencia social llevan una vida sin demasiadas preocupaciones o problemas, lo cual no resulta justo pero; una madre con un hijo que ha cometido un crimen ¿sería justa si lo tuviese que juzgar ella?
Sin embargo si este protagonista, no es capaz de mirar más allá de la propia injusticia, no será capaz de imaginar un algo mejor; algo que sí se pueda cambiar y no forme parte tan solo de una utopía. ¿Para ello es necesario que la gente cambie? Realmente ¿la gente puede cambiar? Pensar que no, es dejar que la vida pase sin participar en ella, sin tomar parte de ella y dejar que “te pase” sin más o lo que es lo mismo, imaginar un algo inalcanzable en el que luchar estaría de más, porque no está en tu mano. Por otra parte, afirmar que si limita a no poder cambiar nunca esa opinión, ya que si la gente no cambia la esperanza por parte de estas personas tampoco cambiará.
Por otra parte algo a simple vista bueno como puede ser la participación, también puede generar; malos hábitos, vicios, terrorismo o intereses. La necesidad de superación del ser humano ha ocasionado, además de percibirnos a nosotros mismos como buenos, querer ser los “mejores” no ceder ante cualquier forma de mandato. Lo que ocasiona que quien se ve sumergido en el poder quiera más por lo que limitan al resto la capacidad de acceder a ciertos privilegios. Esto, además genera cierta hipocresía de campañas de sensibilización porque como alguien que no está mirando por mi bien me este intentando ayudar. Como en el caso de las campañas para no fumar que son creadas por el beneficio que genera la propia venta de tabaco, adornan la ciudad en navidad (sin que importe la ideología de todos) y se “olvidan” de poner rampas o semáforos para minusválidos.
Por todo esto podemos también afirmar que ya sea, hablando a nivel mundial, comunitario o familiar la importancia de un determinado mensaje está estrechamente ligada (o determinada) por quien lo dice, sin que cobre la relevancia necesaria la intención o el significado de dicho mensaje. A pesar de que cada individuo es resultado de sus circunstancias, muchas veces parecen ser estas las que estén por encima de la propia persona. Cuando se condena o se alaba a alguien se debería reflexionar en cómo sería esta persona si su situación hubiese sido diferente. Una de las etiquetas más empleadas puede ser la humildad, pero a veces se otorga sin pensar en la posibilidad de cambio en la circunstancia de esa persona. Quién demostrará mayor humildad; ¿alguien con dinero que no aparenta ni presume de tenerlo, o aquel sin dinero que critica al primero? 
Asimismo las personas se aferran a ideales, ideologías o creencias sin buscar más allá tal vez por el temor a encontrar algo que arrebate esas ideologías o creencias; creer en varios dioses resulta ridículo y creer en uno no. Tal vez el problema no es que una creencia sea buena o mala, sino que no se otorga la misma importancia a la ideología en sí como a la persona que la defiende. Es más, seguramente las bases de cualquiera de ellas sean buenas, el problema es lo que se hace con esas bases y como se manipula a las personas para lograr unos intereses propios de la minoría que tiene el poder en esa determinada situación.
Para finalizar con esta reflexión, nos gustaría poder ver una posible luz (a pesar de que la esperanza no pueda existir) con la intención de poder ser críticos y realistas, a pesar de que la relatividad de nuestro entorno sea grande, tan claro como que una guerra es algo malo (sea quien sea quien afirme lo contrario); “incluso la gente que afirma que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino, mira antes de cruzar la calle", Stephen Hawkin.

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